sábado, 28 de noviembre de 2015

El lunes comienzo dieta.


Reto a cualquier mujer, incluso a esas flaquitas que comen lo que quieran y no engorda, a que indiquen que nunca en su vida han dicho (o pensado) “el lunes comienzo dieta”, estoy muy segura de que todas las mujeres han pasado por esto al menos una vez en su vida y la mayoría muchas, muchas veces. Incluso me atrevería a retarlas igualmente a que máximo ese sábado se salieron de esa dieta (o la dejaron por completo), pero bueno aquí sí hay variedad de comportamientos, unas más y otras menos, pero todas hemos abandonado esa dieta del lunes al menos 1 vez.

Tengo un recuerdo claro de que mi primera dieta fue a los 6 años, pero en este caso era por salud y un tema de inmunización alérgica, sin embargo en mi mente está grabado con  mucha simpatía cómo mi mamá me daba hígado de res diciéndome que comía “carne de mariposa”, esta idea es maravillosa para entender que la imaginación aporta mucho a que nuestro sentido del gusto sea vulnerable.

Después de esta anécdota de mi infancia viene mi primer encuentro real con la estética femenina. A los 13 años comenzó a importarme mi figura y cómo me veía al espejo. Allí está la raíz principal del conflicto de todas las mujeres: el espejo; ese instrumento que nos refleja nuestra imagen tal cuál  cómo la ve el exterior, con algo de subjetividad de nuestros propios ojos y mente.  Pero debo admitir que el detonante de nuestras crisis emocionales en este sentido es el amor; ese chico que comienza a interesarnos es quien nos empuja a pararnos frente al espejo y querer lucir bellas y guapas.

Cuando alcanzamos un poco de madurez comienzan a agregarse factores en este tema de vernos bien, el más importante es la competencia; todas aquellas chicas que caminan a nuestro alrededor y que se ven muy bien en falda (no con las batatas gordas como yo), caminan de maravilla en sus muy altos tacones (a diferencia de mi estilo de Bamby recién nacido), baten una melena hermosa y brillante (no con una parranda de frizz como la mía con mal intento de planchado), la camisa que está de moda les queda exactamente igual a las imágenes de Pinterest (y yo que parezco hallaquita mal amarrada) y sin contar que van saludando como misses sin que se les menee el brazo como lavadora (cosa que me pasa a mí con tan solo estrechar la mano).  

Todo lo expuesto anteriormente es la gran suma de elementos que nos hace decir con mucha frecuencia “el lunes comienzo dieta”. Yo lo he intentado todo y todas las dietas, incluso en una época de rebeldía  cambié a iniciar los martes a ver si eso hacía que aguantara más, pero no lo logré para nada. Probé cosas como la dieta de los puntos (con la que comí más grasa que nunca), la de las pastillas chinas (que me causaron taquicardia), las famosas merengadas (que me hicieron adicta a ellas y ni 1gr menos), la típica de la nutricionista de una amiga (que me tenía pasando hambre como loca, porque nada de lo que se "podía" comer me gustaba),  hasta me bebí en ayunas un agua avinagrada con unos hongos que realmente mi hicieron sentir que me salía un 3er ojo, ninguna fórmula mágica funcionó y siempre fui la misma gordita. Hasta que llegó el día en el que me iluminé, escuchando y leyendo sobre este tema entendí que no se trataba de un régimen que se debía iniciar el lunes, martes, miércoles, etc., se trataba de un cambio de estilo de vida. Sé que esto suena a cliché  y a speach de Sascha Fitnesss, pero no lo es y la gran diferencia es que ni de lejos me veo como ella hoy en día.

El cambio de estilo de vida y la onda saludable están en el tapete en la actualidad, de hecho creo que son más las personas que intentan algo de esta tendencia que las que no, estoy segura de que los ingredientes de jugos verdes, las almendras y la quinoa deben haber repuntado sus ventas increíblemente en los últimos 2 años. Yo no tengo nada en contra de esto y de hecho me confieso consumidora de todo lo mencionado, pero creo que verse bien es algo que va más allá.

Mi era de iluminación se remonta a unos 5 años atrás, cuando no tenía ni idea de qué era la chía y jamás la escuché nombrar, cuando la vida saludable consistía en comer pan integral,jamón de pavo, verduras y leche descremada, hacer ejercicio (gimnasio, yoga, spinning y pilates, hasta allí llegábamos nada más) y cenar poco, siento que hoy pensar en eso es casi igual que hablar de un walkman. La verdad es que últimamente hemos ganado infinidad de conocimientos en esta área y cada día son más las alternativas, pero siento que eso no es suficiente, porque yo lo logré cuando nada de esto existía (o al menos no era popular) y ahora que lo tengo a mi alcance resulta ser una nueva fórmula mágica que tampoco da resultados.

La solución real, la dieta real, es la que no es dieta, es la que convertimos en placer, es la que hacemos que forme parte de nosotros. Para mí es indispensable olvidarnos del amor y la competencia, enfocarnos más en algo parecido al espejo: en nosotros mismos. La fórmula con la que yo lo logré fue entendiendo que me sentía mejor cuando el pantalón me quedaba suelto a cuando me quedaba apretado, que me vestía más rápido en las mañanas cuando todo el clóset se me veía bien, que la gente a mi alrededor me alagaba más cuándo yo me sentía linda, que me creía más fotogénica cuando me veía mejor a mí misma. El secreto fue entender que más largo, duradero e intenso es el placer que siento al caminar todo el día dentro de un cuerpo con el que estoy satisfecha, del que experimenta mi paladar con un brownie con helado.

En definitiva lo entendí y así fue como asumí que debía reducir porciones, cuidarme más, comer mejor y ya las tentaciones no eran tantas, porque el saber que era positivo evitarlas tomó tanto valor que dejaron de protagonizar mi vida. Todo esto fue una experiencia maravillosa que me hizo perder mucho peso y ganar seguridad y confianza. Hoy, 5 años después, me he dejado rendir y tentar, he sido presa de las excusas emocionales como el estrés, las preocupaciones, la soledad, etc.  Todo esto me ha hecho volver a mirar a los lados y dejar en segundo plano el espejo. Quise aprovechar este espacio para compartir con todos esta experiencia y asumir públicamente mi debilidad; para retomar la prioridad en mí misma y volver a la vida saludable que me hace verme y sentirme mejor cada día.  Hoy no voy a empezar dieta, hoy voy a volver a quererme y hacer que cada día me dé más placer el solo caminar por las calles luciendo mí cuerpo, se trata de eso, del placer propio.


Los invito a todos a hacer una prueba, hagan una “dieta” solo por 1 día, sin excusas, sin medias tintas, háganla completamente bien por un día, sólo un día es algo fácil. Antes de iniciar ese día dediquen 5 minutas al espejo, a verse, a observarse, todos y cada uno de los espacios de su cuerpo, con detenimiento, luego arranquen: coman muy sano, a las horas, sin nada de esas comidas que caen en el punto de “no son tan malas” o de “solo un poquito no hace daño”, sean fuertes y tengan valor sólo por 24 horas, ejercítense, eso es muy importante, tomen al menos unos 30 min. para drenar su cuerpo. Al día siguiente al despertarse, vuelvan a dedicar los 5 minutos al espejo y estoy segura de que su sensación será distinta, no van a tener kilos menos, ni la ropa les va a quedar suelta, sólo van a sentirse mejor con ustedes mismos. Tomen esa inspiración y conviértanla en motor, ajusten su estilo de vida a algo que sea manejable y práctico para cada uno de ustedes, no fórmulas mágicas, ni lo que le funcionó a otro, hagan su propio plana ajustado a su medida, pero que se traduzca en esa sensación cada mañana.Verán como luego se vuelven más adictos a el sentimiento interno que al propio chocolate. Yo lo voy a hacer de nuevo, espero que muchos de ustedes se sumen. 

YEI

martes, 24 de noviembre de 2015

Que valga la pena la soledad.


Sin duda alguna los seres humanos somos emocionales, son muchas las cosas que nos pegan, a unos más que otros y a cada quien a su manera. Yo particularmente soy de las que se  afecta por las demostraciones de cariño, en ausencia muchos más. En tal sentido, veo y siento, como demostraciones

de afecto, cualquier cosa: un mensaje para saludar, una mención en plan melancólico en las redes, una foto, un chocolate, lo que sea, y no tenerlas me hace pasar por todas las etapas de sentimentalismo: desilusión, depresión, amargura, rechazo, arrepentimiento, independencia y demás.  La verdad es que creo que esto me pega más cuándo se mezclan 2 factores: estar fuera de mi país y cierto día hormonal del mes, cuando eso se me pasa me doy cuenta de que tengo a mi alrededor muchas personas maravillosos y otras no tanto (pero con eso no hay nada que hacer).

El hecho en definitiva es que he descubierto que soy detallista en estas cosas de la interacción personal y en este momento, que decidí alejarme de mi ciudad natal, el vacío que me deja todo esto me afecta mucho más, creo que no sé muy bien cómo es eso de estar sola (o medio sola porque voy haciendo mi círculo poco a poco en mi nueva ciudad).

En plan de “ocuparse y no preocuparse” una popular  frase que tengo tiempo escuchando, principalmente cuando uno dice estar preocupado por algo, decidí tomar las riendas de mi vida y aprovechar la oportunidad para hacer cosas realmente productivas, que impulsen mi crecimiento personal, que promuevan mi salud mental y, por qué no, hasta dejarme llevar por la nueva y popular tendencia de la vida saludable.  Todo esto, traducido al lenguaje común, quiere decir que me puse a hacer un montón de cosas:
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  •         Me inspiré en mi trabajo y desarrollé nuevos métodos de organización que aumenten mi productividad y rendimiento, lo que quiere decir que estoy trabajando como loca más de lo que mi cuerpo resiste

  •        Decidí entrar un poco en la ruta del emprendimiento, evaluando oportunidades de ingresos adicionales, osea estoy desarrollando modelos de negocios, estructuras de mercadeo y soñando un poco en algunos ratos.

  •         Inicié  un curso para lograr hablar inglés algún día, sí estoy haciendo Open English y me gusta full, valga la cuña, pero claro está, la recomendación es entrar al portal al menos 10 horas semanales ¡es muchísimo!

  •         Mantener el cuerpo en forma es algo que siempre me ha costado, pero en grupo es más fácil, así que me inscribí con unas amigas en unas clases de entrenamiento funcional, la verdad estoy sorprendida de mi evolución ¡ya puedo hasta hacer flexiones de forma más o menos decente!, cosa que es consecuencia de la dedicación y disciplina.  
}
  •         Buscando estar actualizada, aproveché la oportunidad que abrió Google de los diplomados online y procuro cursar un par de módulos a la semana de “Marketing Digital”.

  •         He descubierto que limpiar el alma es importante desde que estoy participando en un grupo de meditación todos los miércoles en la noche, es solo hora y media, pero realmente es una experiencia increíble.

  •         Mi mamá inició un proyecto personal y quién mejor que yo, que soy la que sabe de mercadeo en la familia, para apoyarle manejando la imagen de su marca y las redes sociales. Todas las mañana me tomo al menos unos 30minutos para hacerle seguimiento a esto, debo confesar que me ilusiona mucho ayudarla y ser parte del proyecto.

  •         Luego de mucho tiempo pensándolo tomé la decisión de escribir para el público, es así como le di vida a este proyecto al que, aunque publico poco, le dedico mucho tiempo, no tienen idea de cuánto escribo y borro cada vez que me siento a hacer una entrada.

  •          Por último, es obvio,  que con todo esto cualquiera se vuelve loco, por lo que inevitablemente estoy conversando con un terapeuta personal un par de horas a la semana, sin esto sería difícil estar dónde y cómo estoy hoy.

Si a todo lo expuesto le sumamos algunas cosas básicas como comer, dormir, bañarme y transportarme de un lugar a otro, más el hecho de procurar tener vida social y familia, definitivamente necesito una semana con más horas. Estoy pensando en unirme a un movimiento que promueva la creación de un nuevo día en la semana, pero sinceramente si existiera el Lumingo yo buscaría algo más que hacer.

En definitiva admito que muchas veces siento que estoy haciendo demasiadas cosas e incluso pienso en renunciar a algunas, pero la verdad es que hace un tiempo cambió mi forma de ver la vida y disfruto de aprovechar cada día al máximo. Para mí aprovechar la vida significa hacer cosas, hay para quienes es sinónimo de descanso y relax, pero mi visión es justo la opuesta. Estar sola y lejos de casa hace que cada momento sin ocupación se preste a la nostalgia y la melancolía, pienso que si caigo en esos espacios entonces estaré logrando que este sacrificio no valga la pena. Extraño todo y extraño mucho, pero ya estoy aquí, quiero hacer que tenga sentido. 

No soy muy buena estando sola, pero como esto de emigrar te obliga, encontré una solución para manejarlo: ocuparme productivamente, así me olvido por largos ratos de mi soledad y cuando caigo en cuenta de ella, tengo un par de inventarios a favor: el de ganancias personales y el de pendientes, estos hacen que todo se me pase. Sé que no soy la única que pasa por esto ahora, de hecho lastimosamente soy una más de un gran montón, he hablado en estos días con algunas personas que están atravesando etapas tristes de soledad en la distancia, aquí les dejo mi pequeño secreto para superarlo y espero que les ayude tanto como a mí.

Aprovechen la oportunidad aún y cuando ésta en parte sea en contra de su voluntad. No pierdan el tiempo, porque él no regresa. Sean inteligentes al definir cómo y en qué lo invierten, pues es muy fácil dedicar demás a las cosas que valen menos. No pongan todos los huevos en una canasta, tengan siempre presente que la vida no se construye de una cosa, asegúrense de distribuir sus esfuerzos en todas las áreas importantes del vivir. Vayan con calma, pero sin dormirse. Asuman riesgos bien pensados, pero no dejen de arriesgar. En definitiva,  simplemente hagan que valga la pena.


YEI

domingo, 15 de noviembre de 2015

París y el poder de las historias.


Como bien les dije iniciando esto, aún y cuándo mi intención con este blog no es política, filosófica o moralista,  me es imposible ignorar ciertos acontecimientos que sacuden al mundo, sea cual sea su índole.

Los resientes atentados suscitados en París, son el gran tema que está girando en miles de formatos por todos las redes, y más allá de lo terribles o crueles que fueron, cosa que realmente considero indiscutible, el tema ha llevado a polémicas de otro nivel.  

Un gran número de personas han hecho público su sentimiento de apoyo y dolor con la población francesa y en respuesta muchos otros han criticado esto. El argumento no es en ningún momento asociado al hecho de presentar el atentado parisino como insignificante, pero sí es el de compararlo con otras realidades que son tan o más trágicas, e incluso cuestionar a quienes, viviendo en países donde la muerte a manos de la violencia es diariamente similar a los números presentados en París, inclinan sus mensajes u oraciones a esta ciudad y no a la propia.

Particularmente, no pretendo usar este espacio para nada de lo anteriormente mencionado, el planeta tierra es realmente grande, formado por demasiados habitantes, para ponerme a discutir sobre la realidad de cada quien. Tengo muy claro que hay países en guerra donde la muerte es el pan de cada día y otros, que incluso sin estar en guerra, se desayunan con las tragedias, pero cada quien es libre de defender la causa que más entusiasmo le genere e incluso de no defender ninguna, si eso es lo que lo llena. Son tantos los problemas que tiene el mundo, que es imposible estar involucrado en todos.

Mi reflexión, viendo todo lo que está ocurriendo en este sentido, es algo bastante más simple, está asociada a lo que un comunicador social está observando con respecto al fenómeno que esta terrible tragedia ha generado. Esta idea viene dando vueltas en mi cabeza hace ya un tiempo: el poder de las historias.

Estoy segura de que más de uno cuando era niño, luego de ver una película de superhéroe, improvisó una capa con una toalla y corrió por toda la casa con ella. En mi caso luego de ver “La Sirenita” me amarraba los pies e intentaba cantar como ella (cosa que hacía muy mal, pero juraba estarlo haciendo genial) o al ver “Alicia en el País de las Maravillas”, probaba todo lo que había en la despensa, a ver si algo lograba encogerme o agrandarme. Así todos tenemos anécdotas, el típico que al salir de Rápido y Furioso quiere hundir al máximo el acelerador del carro, o el clásico de después de ver “El Diablo se viste de Prada” y revisar a fondo el closet para sentir que toda tu ropa es terriblemente fea.

El cine es la herramienta más obvia para demostrar cómo las historias tienen poder en nosotros, pero eso es algo casual y simple, este poder puede ser más intenso y profundo dependiendo de qué tanto nos afecte una historia y qué tan bien contada esté la misma. Yo recuerdo que comencé a sentir de manera evidente este poder en mi 2do semestre en la universidad, cuando me mandaron a leer “La Fiesta del Chivo” de Mario Vargas Llosa, la lectura que más me ha apasionado en mi vida (posiblemente tenga que ver con que fue mi primer encuentro con este sentimiento), tengo presente como si fuera ayer el momento en el que estaba tan metida en la historia que no pude soportar el capítulo que hablaba de las torturas y literalmente vomité, más allá de este incidente desagradable y vergonzoso (menos mal estaba sola en casa), luego de esta lectura me interesó muchísimo entender todo lo relacionado con la dictadura de Dominicana y luego en general sobre las dictaduras en el mundo.

Actualmente revivió en mí este sentimiento al ver, en un maratón de 2 semanas, la serie “El Patrón del Mal”, que cuenta la vida de Pablo Escobar y el Cartel de Medellín. En este caso me impresionó la forma en la que está contada la historia, pues más allá de mantenerme completamente atada a ella, despertó en mí sentimientos de cariño, ternura y hasta compasión por los malos, y no simples malos, sino personas realmente desadaptadas y crueles, pero era algo inevitable para mí, pues el enfoque que tiene la serie te pone en una silla más del cartel, te involucra y te hace formar parte. Entendí con esto algo que posiblemente estaba en mi cabeza, pero no lo había razonado de forma tan clara, cada cuento tiene muchas perspectivas y definitivamente tus conclusiones dependerán del lado de la historia que escuches. El final de la misma coincide con el atentado parisino (en tiempo en mi vida) y teniendo tan fresco lo que sentí, comienzo a ver todos los comentarios y argumentos sobre este hecho desde otro punto de vista.

Los seres humanos, somos eso, seres emocionales. Nos cuesta evitar que nos afecten las historias, cómo no sentir cualquier cosa por aquello que vemos y escuchamos. Mi teoría sobre lo que está ocurriendo se base en este principio, las historias que se cuentan son las que tienen eco y este eco dependerá del lado del pozo en el que esté parado quien la contó.

Todos sabemos que hay muchas realidades peores e incluso más cercanas a nosotros que la de Paris, pero no las tenemos a la mano, no nos las cuentan, no las muestran y no las convierten en historias contundentes para mover nuestras fibras. Es así de fácil, quien hace público su cumpleaños, sin duda va a recibir muchísimas más felicitaciones que el que prefiere dejarlo en privado, solo para recibir el mensaje de quien lo recuerden de corazón. Ninguna de las dos formas de actuar es correcta, es la realidad de cada quien, es su forma de ser y se respeta.

La historia del atentado en Paris fue contada, una y mil veces y en todos los formatos. Ante tanto ruido, cómo no tener reacciones. Si quieren que más personas se sumen a una causa, hagan el esfuerzo de hacerla pública, de construir una historia y sobretodo procuren contarla muy bien. Sin duda vivimos en un mundo que no siempre es justo y donde el poder juega a favor de quien lo tiene, para el poco poderoso será más difícil masificar su historia, pero no olviden nunca que es ella la realmente poderosa y que el secreto no está sólo en tener el músculo para colocarla porque también hay un espacio para quien la sabe contar.


Lo que se está generando en torno al caso de París, es una muestra inmensa del poder que tienen las historias y cómo las redes son hoy en día el motor de estas, el canal más importante. En marketing hablaríamos del boca a boca y de la estrategia de capitalización de oportunidades. Cada quien le da el nombre que quiera desde su silla, al final estaremos hablando de lo mismo. No perdamos tiempo enfrentando lo que es una realidad y mucho más fuerte que nosotros, tomemos provecho, entendámosla y usémosla. No hay razón para combatir el poder que tiene una historia intentando opacarlo, cada estrella brilla con luz propia. 

YEI

jueves, 5 de noviembre de 2015

Algo cómo un prólogo.



Desde chiquita me ha encantado echar cuentos, reconozco a mi mamá como mi primer público, cada día al llegar del colegio era ella quien debía escuchar una a una mis historias, muchas veces me pidió un poco de silencio, pero creo que muy en el fondo lo disfrutaba, constantemente hacía bromas con el resto de mi familia sobre como yo hablaba demasiado y sinceramente a mí no me molestó nunca que lo hiciera.

Con el tiempo fui adquiriendo habilidades y más audiencia, familia, amigos y hasta simples conocidos me escuchaban, cada vez con más atención. En todo este proceso creo que nunca gané el talento de crear nuevas historias, de tomar de mí alrededor personajes, sucesos y escenarios para convertirlos en grandes relatos, siempre para mí ha sido más fácil partir de mis vivencias y buscar en los detalles de las mismas esos elementos que las convierten en cuentos encantadores.

Contando y contando me sorprendo de la cantidad de personas que se parecen a mí en las vivencias y por ende mis historias les traen emocionantes recuerdos, también me encuentro con aquellos que soñaron vivir alguna vez lo que cuento, por lo que en su caso rememoran sus propias quimeras. Mis cuentos generan otros cuentos y las conversas terminan haciéndose prolongadas. Estas reacciones me inspiran cada vez a contar más, me crean gran motivación a incrementar a mis escuchas y así formar una inmensa e interesante tertulia.

Así nace este blog, con la única intensión de contarnos mutuamente algunos cuentos, a mí, como ya les adelanté, no me cuesta nada así que sirvo la mesa y queda en ustedes si quieren interactuar.

Este es entonces un espacio simple, sencillo y cercano para contar historias. Lo que pasó hoy o hace un tiempo lejano, cuando era chiquita, adolescentes o en medio de esta adultez a la que a veces le huyo. Lo que sueño que pase, eso si no estoy segura de que lo vaya a contar, un poco por superstición pero más que nada por desconocimiento, aunque a veces me gusta soñar y así seguramente me encontraran más de una vez fantaseando.

Cuentos cotidianos, más o menos serios, básicamente dependiendo de mi estado de ánimo y de los acontecimientos del mundo, porque yo no puedo hacer a un lado la realidad, ni la mía propia, ni la de todo lo que me rodea, aunque a veces la verdad me pierdo de algunas cosas importantes. Ya veremos cómo nos sale todo esto.


YEI