Como bien les dije iniciando esto, aún y cuándo mi intención
con este blog no es política, filosófica o moralista, me es imposible ignorar ciertos acontecimientos que sacuden al mundo, sea cual sea su índole.
Los resientes atentados suscitados en París, son el gran
tema que está girando en miles de formatos por todos las redes, y más allá de
lo terribles o crueles que fueron, cosa que realmente considero indiscutible,
el tema ha llevado a polémicas de otro nivel.
Un gran número de personas han hecho público su sentimiento
de apoyo y dolor con la población francesa y en respuesta muchos otros han
criticado esto. El argumento no es en ningún momento asociado al hecho de presentar
el atentado parisino como insignificante, pero sí es el de compararlo con otras
realidades que son tan o más trágicas, e incluso cuestionar a quienes, viviendo
en países donde la muerte a manos de la violencia es diariamente similar a los
números presentados en París, inclinan sus mensajes u oraciones a esta ciudad y
no a la propia.
Particularmente, no pretendo usar este espacio para nada de
lo anteriormente mencionado, el planeta tierra es realmente grande, formado por
demasiados habitantes, para ponerme a discutir sobre la realidad de cada quien.
Tengo muy claro que hay países en guerra donde la muerte es el pan de cada día
y otros, que incluso sin estar en guerra, se desayunan con las tragedias, pero
cada quien es libre de defender la causa que más entusiasmo le genere e incluso
de no defender ninguna, si eso es lo que lo llena. Son tantos los problemas que
tiene el mundo, que es imposible estar involucrado en todos.
Mi reflexión, viendo todo lo que está ocurriendo en este
sentido, es algo bastante más simple, está asociada a lo que un comunicador
social está observando con respecto al fenómeno que esta terrible tragedia ha
generado. Esta idea viene dando vueltas en
mi cabeza hace ya un tiempo: el poder de las historias.
Estoy segura de que más de uno cuando era niño, luego de ver
una película de superhéroe, improvisó una capa con una toalla y corrió por toda
la casa con ella. En mi caso luego de ver “La Sirenita” me amarraba los pies e
intentaba cantar como ella (cosa que hacía muy mal, pero juraba estarlo
haciendo genial) o al ver “Alicia en el País de las Maravillas”, probaba todo
lo que había en la despensa, a ver si algo lograba encogerme o agrandarme. Así
todos tenemos anécdotas, el típico que al salir de Rápido y Furioso quiere
hundir al máximo el acelerador del carro, o el clásico de después de ver “El
Diablo se viste de Prada” y revisar a fondo el closet para sentir que toda tu
ropa es terriblemente fea.
El cine es la herramienta más obvia para demostrar cómo las
historias tienen poder en nosotros, pero eso es algo casual y simple, este
poder puede ser más intenso y profundo dependiendo de qué tanto nos afecte una
historia y qué tan bien contada esté la misma. Yo recuerdo que comencé a sentir
de manera evidente este poder en mi 2do semestre en la universidad, cuando me
mandaron a leer “La Fiesta del Chivo” de Mario Vargas Llosa, la lectura que más
me ha apasionado en mi vida (posiblemente tenga que ver con que fue mi primer
encuentro con este sentimiento), tengo presente como si fuera ayer el momento
en el que estaba tan metida en la historia que no pude soportar el capítulo que
hablaba de las torturas y literalmente vomité, más allá de este incidente
desagradable y vergonzoso (menos mal estaba sola en casa), luego de esta
lectura me interesó muchísimo entender todo lo relacionado con la dictadura de
Dominicana y luego en general sobre las dictaduras en el mundo.
Actualmente revivió en mí este sentimiento al ver, en un maratón
de 2 semanas, la serie “El Patrón del Mal”, que cuenta la vida de Pablo Escobar
y el Cartel de Medellín. En este caso me impresionó la forma en la que está
contada la historia, pues más allá de mantenerme completamente atada a ella,
despertó en mí sentimientos de cariño, ternura y hasta compasión por los malos,
y no simples malos, sino personas realmente desadaptadas y crueles, pero era
algo inevitable para mí, pues el enfoque que tiene la serie te pone en una
silla más del cartel, te involucra y te hace formar parte. Entendí con esto
algo que posiblemente estaba en mi cabeza, pero no lo había razonado de forma
tan clara, cada cuento tiene muchas perspectivas y definitivamente tus conclusiones
dependerán del lado de la historia que escuches. El final de la misma coincide
con el atentado parisino (en tiempo en mi vida) y teniendo tan fresco lo que
sentí, comienzo a ver todos los comentarios y argumentos sobre este hecho desde
otro punto de vista.
Los seres humanos, somos eso, seres emocionales. Nos cuesta
evitar que nos afecten las historias, cómo no sentir cualquier cosa por aquello
que vemos y escuchamos. Mi teoría sobre lo que está ocurriendo se base en este
principio, las historias que se cuentan son las que tienen eco y este eco
dependerá del lado del pozo en el que esté parado quien la contó.
Todos sabemos que hay muchas realidades peores e incluso más
cercanas a nosotros que la de Paris, pero no las tenemos a la mano, no nos las
cuentan, no las muestran y no las convierten en historias contundentes para
mover nuestras fibras. Es así de fácil, quien hace público su cumpleaños, sin
duda va a recibir muchísimas más felicitaciones que el que prefiere dejarlo en
privado, solo para recibir el mensaje de quien lo recuerden de corazón. Ninguna
de las dos formas de actuar es correcta, es la realidad de cada quien, es su
forma de ser y se respeta.
La historia del atentado en Paris fue contada, una y mil veces
y en todos los formatos. Ante tanto ruido, cómo no tener reacciones. Si quieren
que más personas se sumen a una causa, hagan el esfuerzo de hacerla pública, de
construir una historia y sobretodo procuren contarla muy bien. Sin duda vivimos
en un mundo que no siempre es justo y donde el poder juega a favor de quien lo
tiene, para el poco poderoso será más difícil masificar su historia, pero no olviden
nunca que es ella la realmente poderosa y que el secreto no está sólo en tener
el músculo para colocarla porque también hay un espacio para quien la sabe
contar.
Lo que se está generando en torno al caso de París, es una
muestra inmensa del poder que tienen las historias y cómo las redes son hoy en
día el motor de estas, el canal más importante. En marketing hablaríamos del
boca a boca y de la estrategia de capitalización de oportunidades. Cada quien
le da el nombre que quiera desde su silla, al final estaremos hablando de lo
mismo. No perdamos tiempo enfrentando lo que es una realidad y mucho más fuerte
que nosotros, tomemos provecho, entendámosla y usémosla. No hay razón para
combatir el poder que tiene una historia intentando opacarlo, cada estrella
brilla con luz propia.
YEI
Me gustó. Las historias mueven emociones, y las emociones mueven a los seres humanos. Un abrazo Yei.
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