domingo, 15 de noviembre de 2015

París y el poder de las historias.


Como bien les dije iniciando esto, aún y cuándo mi intención con este blog no es política, filosófica o moralista,  me es imposible ignorar ciertos acontecimientos que sacuden al mundo, sea cual sea su índole.

Los resientes atentados suscitados en París, son el gran tema que está girando en miles de formatos por todos las redes, y más allá de lo terribles o crueles que fueron, cosa que realmente considero indiscutible, el tema ha llevado a polémicas de otro nivel.  

Un gran número de personas han hecho público su sentimiento de apoyo y dolor con la población francesa y en respuesta muchos otros han criticado esto. El argumento no es en ningún momento asociado al hecho de presentar el atentado parisino como insignificante, pero sí es el de compararlo con otras realidades que son tan o más trágicas, e incluso cuestionar a quienes, viviendo en países donde la muerte a manos de la violencia es diariamente similar a los números presentados en París, inclinan sus mensajes u oraciones a esta ciudad y no a la propia.

Particularmente, no pretendo usar este espacio para nada de lo anteriormente mencionado, el planeta tierra es realmente grande, formado por demasiados habitantes, para ponerme a discutir sobre la realidad de cada quien. Tengo muy claro que hay países en guerra donde la muerte es el pan de cada día y otros, que incluso sin estar en guerra, se desayunan con las tragedias, pero cada quien es libre de defender la causa que más entusiasmo le genere e incluso de no defender ninguna, si eso es lo que lo llena. Son tantos los problemas que tiene el mundo, que es imposible estar involucrado en todos.

Mi reflexión, viendo todo lo que está ocurriendo en este sentido, es algo bastante más simple, está asociada a lo que un comunicador social está observando con respecto al fenómeno que esta terrible tragedia ha generado. Esta idea viene dando vueltas en mi cabeza hace ya un tiempo: el poder de las historias.

Estoy segura de que más de uno cuando era niño, luego de ver una película de superhéroe, improvisó una capa con una toalla y corrió por toda la casa con ella. En mi caso luego de ver “La Sirenita” me amarraba los pies e intentaba cantar como ella (cosa que hacía muy mal, pero juraba estarlo haciendo genial) o al ver “Alicia en el País de las Maravillas”, probaba todo lo que había en la despensa, a ver si algo lograba encogerme o agrandarme. Así todos tenemos anécdotas, el típico que al salir de Rápido y Furioso quiere hundir al máximo el acelerador del carro, o el clásico de después de ver “El Diablo se viste de Prada” y revisar a fondo el closet para sentir que toda tu ropa es terriblemente fea.

El cine es la herramienta más obvia para demostrar cómo las historias tienen poder en nosotros, pero eso es algo casual y simple, este poder puede ser más intenso y profundo dependiendo de qué tanto nos afecte una historia y qué tan bien contada esté la misma. Yo recuerdo que comencé a sentir de manera evidente este poder en mi 2do semestre en la universidad, cuando me mandaron a leer “La Fiesta del Chivo” de Mario Vargas Llosa, la lectura que más me ha apasionado en mi vida (posiblemente tenga que ver con que fue mi primer encuentro con este sentimiento), tengo presente como si fuera ayer el momento en el que estaba tan metida en la historia que no pude soportar el capítulo que hablaba de las torturas y literalmente vomité, más allá de este incidente desagradable y vergonzoso (menos mal estaba sola en casa), luego de esta lectura me interesó muchísimo entender todo lo relacionado con la dictadura de Dominicana y luego en general sobre las dictaduras en el mundo.

Actualmente revivió en mí este sentimiento al ver, en un maratón de 2 semanas, la serie “El Patrón del Mal”, que cuenta la vida de Pablo Escobar y el Cartel de Medellín. En este caso me impresionó la forma en la que está contada la historia, pues más allá de mantenerme completamente atada a ella, despertó en mí sentimientos de cariño, ternura y hasta compasión por los malos, y no simples malos, sino personas realmente desadaptadas y crueles, pero era algo inevitable para mí, pues el enfoque que tiene la serie te pone en una silla más del cartel, te involucra y te hace formar parte. Entendí con esto algo que posiblemente estaba en mi cabeza, pero no lo había razonado de forma tan clara, cada cuento tiene muchas perspectivas y definitivamente tus conclusiones dependerán del lado de la historia que escuches. El final de la misma coincide con el atentado parisino (en tiempo en mi vida) y teniendo tan fresco lo que sentí, comienzo a ver todos los comentarios y argumentos sobre este hecho desde otro punto de vista.

Los seres humanos, somos eso, seres emocionales. Nos cuesta evitar que nos afecten las historias, cómo no sentir cualquier cosa por aquello que vemos y escuchamos. Mi teoría sobre lo que está ocurriendo se base en este principio, las historias que se cuentan son las que tienen eco y este eco dependerá del lado del pozo en el que esté parado quien la contó.

Todos sabemos que hay muchas realidades peores e incluso más cercanas a nosotros que la de Paris, pero no las tenemos a la mano, no nos las cuentan, no las muestran y no las convierten en historias contundentes para mover nuestras fibras. Es así de fácil, quien hace público su cumpleaños, sin duda va a recibir muchísimas más felicitaciones que el que prefiere dejarlo en privado, solo para recibir el mensaje de quien lo recuerden de corazón. Ninguna de las dos formas de actuar es correcta, es la realidad de cada quien, es su forma de ser y se respeta.

La historia del atentado en Paris fue contada, una y mil veces y en todos los formatos. Ante tanto ruido, cómo no tener reacciones. Si quieren que más personas se sumen a una causa, hagan el esfuerzo de hacerla pública, de construir una historia y sobretodo procuren contarla muy bien. Sin duda vivimos en un mundo que no siempre es justo y donde el poder juega a favor de quien lo tiene, para el poco poderoso será más difícil masificar su historia, pero no olviden nunca que es ella la realmente poderosa y que el secreto no está sólo en tener el músculo para colocarla porque también hay un espacio para quien la sabe contar.


Lo que se está generando en torno al caso de París, es una muestra inmensa del poder que tienen las historias y cómo las redes son hoy en día el motor de estas, el canal más importante. En marketing hablaríamos del boca a boca y de la estrategia de capitalización de oportunidades. Cada quien le da el nombre que quiera desde su silla, al final estaremos hablando de lo mismo. No perdamos tiempo enfrentando lo que es una realidad y mucho más fuerte que nosotros, tomemos provecho, entendámosla y usémosla. No hay razón para combatir el poder que tiene una historia intentando opacarlo, cada estrella brilla con luz propia. 

YEI

1 comentario:

  1. Me gustó. Las historias mueven emociones, y las emociones mueven a los seres humanos. Un abrazo Yei.

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