miércoles, 17 de febrero de 2016

Mis hermanos hacen más fácil mi vida.



La vida está llena de momentos de diferente estilos, construimos y navegamos sobre ellos. Los duros, lamentable e inevitablemente, son muchos, a veces hasta demasiados. Los hay de todos los tipos: familiares, sentimentales, personales y hasta laborales. Este viaje por la existencia humana es un reto constante, es una mina de obstáculos; superarlos le da sentido y lo hace emocionante. 

En oportunidades nos descubrimos incapaces de ver con claridad, pero también hay ocasiones en las que nos resulta sencillo tener los ojos demasiado abiertos; somos seres dependiente de la luz que nos ilumina el camino o que nos permite verlo de colores.  No sé si se han sentado a pensar, analizar o profundizar en el cuándo o el por qué logramos encontrar más brillo en nuestra ruta, yo he aprovechado espacios de soledad para poner mi cabeza en eso y llegué a la conclusión de que ver todo más claro es consecuencia de un estado absoluto de conciencia y de seguridad de que contamos con alguien. La oscuridad es simplemente una condición emocional en el que nos vemos solos.

Seguramente algunos de ustedes estarán pensando en la independencia y la individualidad, en el "yo puedo solo" y en el "yo creo en mí mismo"que he manifestado constantemente como filosofía de vida ¿cómo puedo contradecirme entonces? Sencillo, nosotros tomamos nuestras propias decisiones, sin duda, pero la vida la enfrentamos en conjunto, así estamos hechos, tanto que necesitamos de un ser para nacer y ese ser no puede concebir solo. La sociedad, como siempre poniendo su grano de arena, nos construyó con valores y principios grupales o masivos. Ignorar el hecho de que somos seres sociales, sería una locura absoluta de mi parte. Finalmente somos un pequeño segmento de un todo. 

Lo expuesto hasta ahora me lleva al punto que hoy deseo manifestar, quisiera tomar este espacio para hacer una declaración pública, que puede traerme varios problemas con familiares y a amigos y que incluso mañana puede ser cuchillo para mi garganta, pero siento la necesidad y no pretendo reprimirla. Me refiero a que desde pequeña he estado en contra de la existencia de los hijos únicos, no pretendo filosofar sobre el hecho de que puedan o no ser caprichosos, egoístas, introvertidos, o cuánta cosa se pueda decir al respecto, no creo tener autoridad para emitir juicios al respecto. Por el contrario mi punto se basa en una apreciación personal pero contundente: los hermanos son indispensables en el camino de la vida. 

Como les decía, inevitablemente, somos seres sociales y qué mejor socialización que aquella que estamos obligados a hacer de por vida (omitiendo a quienes deciden alejarse de su propia familia, punto que prefiero ignorar por ahora). No te permiten si quiere analizar o escoger, no tienes criterio o discernimiento posible. Los hermanos son simplemente la interacción más natural que podemos hacer en toda nuestra vida con seres contemporáneos a nosotros (o no tanto), pero que no tienen mayor interés por formarnos en ningún sentido (y cuánto nos forman sin querer). 

La necesidad de tener hermanos es para mí tan indispensable como nacer de una madre, solo que en este caso existe la posibilidad de huirle al hecho y transmito mi más sentido consuelo a aquellos que no tuvieron la oportunidad. Contar con esos compañeros de vida es realmente increíble, sobretodo si son como los míos (modestia aparte), ese complemento inexplicable, esa suma simple de complejos elementos, ese combinar obvio de argumentos, ese espacio que se llena por inercia, en momentos difíciles y en los fáciles también, esa excusa para divertirse y ese resguardo para esconderse.

Entiendo sinceramente las condiciones por las cuales alguien pude decidir tener solo 1 hijo y respeto absolutamente la elección de cada ser humano (de hecho la aplaudo en algunos casos también), pero no puedo evitar sentir, que aún y cuando el motivo sea de absoluta validez, están creando una vida a la que necesariamente le va a faltar algo.

Los hermanos son ese recuerdo que siempre está, son eso que aunque intentes negar aparece. Creo en los hermanos de vida tanto como en los de sangre, pero definitivamente la ineludible realidad de coincidencia desde el mismo primer momento de existencia los hace simplemente incomparables. 
Esos amigos consanguíneos  están allí desde el inicio para cambiar turnos, bien sea para lavar los platos o para cuidar a un enfermo. Intercambian la vida, desde la ropa hasta las explicaciones. Comparte amigos, momentos, razones y excusas; enemigos también comparten sin siquiera pensarlo demasiado. Es simple, a veces hasta básico, los hermanos y sus vivencias son definitivamente de esas cosas que la vida te endosa si preguntar, pero como siempre la decisión está en tus manos, sólo tú resuelves si quieres disfrutarlos o dejar pasar esta oportunidad y sólo estará en tu consciencia el sentimiento que se desprenda de esa determinación.

Hoy más que nunca, hoy porque sí, con tantos motivos como pocas razones, hago este sencillo homenaje a quienes forman parte de mi estructura osea, les agradezco por estar allí por mí cuando por más que quiero no puedo y me comprometo a asumir sin miedo su puesto cuando su ausencia sea inevitable. Hoy, y simplemente siempre, doy gracias a quienes me dieron la vida por brindarme el inmenso placer de tener con quien vivirla de punta a punta. Por no permitirme elegir sino hacer la mejor imposición posible. ¡Gracias!

YEI

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